Desde el jueves 15 al domingo 18 del mes en curso en la
Fundación CELARG, sala de teatro 1, en Altamira estará la puesta en escena:
SIMÓN
de Isaac Chocrón.
Simón Rodríguez Fernando Maríin
Simón Bolívar Carlos González
Piano Sergio Milman
Técnico Operador Javier Pierrucci
Escenografía Carlos Di Pasquo
Arreglos musicales Milman – Costa
Vestuario Nené Murúa
Asistente de arte Patricia Martínez
Producción Fernando Martín- Fabián Pierucci
Dirección Marcelo Mangone
Un texto brillante para el conmovedor encuentro entre Simón
Bolívar y su Maestro.
Converso con Fernando Marín, nos encontramos en un desayuno
ameno, entre pláticas encontradas por los integrantes de la televisora comunitaria
Catia Tve, estudiantes, y este colectivo S&V, argentinos con experiencia en
recuperación de empresas, pero con el Teatro como manera de expresión
artística, intelectual, que permita una comunicación con ese público que busca
algo más que divertimento.
Logro que Fernando me conteste una pregunta:
- Fernando ¿Por qué Simón Rodríguez?
- No es una decisión directa, es una
acumulación de posibilidades que una vez direccionado, el equipo de trabajo (incluido)
decidimos que era yo.
- Es
difícil ser Bolívar joven, pues la gente lo cuestionaría... Continua explicando
Fernando…Elegí este material porque hay muchos
en Latinoamérica que evocan estos libertarios Martí, Bolívar, Artigas y nos
interesó porque no es un Bolívar prócer, es un joven millonario, errático,
enfermo, deprimido y que a partir de ese encuentro con su maestro comienza la
vía a la gloria.
Isaac
Chocrón Pluma elevadísima para Venezuela, Latinoamérica y me atrevería decir el
mundo, acierta como nos muestra una historia sin interpretarla.
Nosotros
producimos desde un sector de autogestión que ha tenido que hacerse cargo de
empresas quebradas y debemos tomar decisiones entre ellas políticas que modifican
algo, encontramos entre lo que hacemos y esta obra la similitud, pues Bolívar
tomó decisiones que cambian su vida y modifican la historia.
Por cuestiones de agenda,
nos despedimos, deja despierta toda una curiosidad para ver a partir de este
jueves la obra SIMÓN.
Crítica sobre la obra de Gabriel
Cabrera (tomado de http://bolivaryrodriguez.blogspot.com)
“Simón, de Isaac
Chocrón, en El Séptimo
La más grande
Historia jamás contada
Los marplatenses no
conocíamos hasta hoy al venezolano Isaac Chocrón (1930-2011), uno de los
dramaturgos latinoamericanos más notables del siglo XX, sin embargo un ignoto
en las playas lejanas al trópico. De familia originaria de Marruecos, sefardita
y gay (“toda mi vida he pertenecido a las minorías”, sentenció alguna vez de sí
mismo), se sabe de él que estudió en un colegio de monjas (¡!) alternando con
estudios judaicos, para continuar en un instituto militar norteamericano y
protestante, y luego cursó en Syracuse, New York y París, antes de
reincorporarse a Venezuela, donde creó junto a otros teatristas —José Ignacio
Cabrujas, famoso autor de culebrones, y Román Chalbaud—el influyente Nuevo
Grupo (1967-88) y se dedicó, desde entonces, a la escena1.
Nombradas estas singularidades, no es de
extrañar que en Simón ofreciera una versión minoritaria de la Historia: la de
un breve encuentro del jovencícismo Simón Bolívar y su viejo maestro exiliado,
Simón Rodríguez, en París, entre 1803 y 1805, cuando el segundo ya era un
melancólico have been de una emancipación colonial impenitente y el segundo,
aún, uno de los tantos muchachos rentistas de Nueva Granada paseando su élan
romántico por la Ciudad Luz.
Jean-Jacques, lo despierta Bolívar a su
maestro, y éste, enseguida, llama a su discípulo Emile. Dicho de otro modo, el
fan de Rousseau y su modelo vivo, el Emilio, o los ideales de la educación
ilustrada. El planteo, según se ve, dista mucho del panegírico heroico y prefiere
la evocación emotiva. O, en todo caso, algo que podríamos llamar bildungspiel,
la obra sobre la formación de un hombre, y aquí de la transformación, o cómo un
criollo aristocrático muta en el lapso de un bienio hasta verse, en su propia
piel, como el líder de una revolución independentista. Simón sintetiza el
momento, del cual no hay testigos pero el teatro nos convierte en ellos, en que
se unen conciencia y destino.
Poco de eso promete el petit-maitre que se
presenta al principio de obra ante los ojos cansados de su viejo ídolo. Peor
estará en la segunda escena, recluído y postrado en su cama (lujosa) y plañendo
su viudez; apenas lleva 21 años en la vida y, como buen hijo de Werther y del
mal del siglo, que el mismísimo Rodríguez le achaca, piensa únicamente en su
muerte, pues su amada María Teresa falleció y no tiene, ni busca, consuelo.
Nadie mejor que el otro Simón, experto en desilusiones, casi un profesional,
para desairarlo y encauzarlo. A sabiendas de que realmente es él quien está más
cerca de morir, con precio a su cabeza en la patria y víctima del desdén en
Europa por soñar demasiado, Rodríguez cumplirá su prédica por interpósita
persona. Azuzará al pupilo, providencialmente huésped de Francia, a regresar de
otra manera, a sable desenvainado y tambor batiente, el dolor íntimo bajo la
cicatriz y los ideales puestos.
Chocrón y su director argentino, Marcelo
Mangone, no olvidan el contexto histórico alrededor de la fábula ficticia —y
posible aunque no probable. Dos músicos visibles en diagonal al escenario, Juan
Manuel Costa (violoncello) y Sergio Milman (piano) hacen sonar los acordes de
la cultura imperial, comentario sonoro y acompañamiento. Napoleón acaba de
coronarse emperador y Beethoven, su rendido admirador, se siente defraudado al
punto de retitular Heroica a la sinfonía que le dedicara cuando creyó que
llevaría la democracia al resto del continente. Los Simones ironizan sobre una
sombra proyectada tan diferente a los principios franceses en que se han
educado. De cara al público, casi sintiendo su aliento, el nuevo Bolívar
promete lo contrario: plantar la bandera de la libertad en Latinoamérica.
Rodríguez puede morir. El hijo pródigo acaba de resucitar.
Párrafo aparte merece el dúo actoral.
Fernando Martín —Nicola Sacco en la versión de Sacco y Vanzetti que condujera
Viviana Ruiz dos años atrás—brilla como Rodrìguez, tan esperanzado como
sarcástico, y Carlos González compone un Bolívar preciso y lleno de matices,
patético y poderoso a la vez. Simón conlleva
un aspecto adicional no menos relevante, como que es una nueva obra financiada
por los actuales dueños del hotel Bauen, sus trabajadores, y la Federación
Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (FACTA). Pocas veces
texto y producción coindicen en coherencia ideológica y de propósitos.
Tenemos que agradecer el milagro. Cada
temporada veraniega escasean las propuestas serias y la tendencia al escapismo
y la somnolencia intelectual parecen profundizarse. La gente de Simón navega
contra la corriente y nos enseña, también, a seguir despiertos.”
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1 Cf. Emil Volek: “La serie
autobiográfica: Isaac Chocrón moderno y posmoderno”. En Pellettieri, Osvaldo
(editor): Tradición, modernidad y posmodernidad. Buenos Aires: Galerna/
Facultad de Filosofía y Letras (UBA)/ Fundación Roberto Arlt, 1999. 99-109.
Simón
de Isaac Chocrón
Mayor información: Fundación Celarg Telfs.
285.27.21/29.90/26.44
Jueves 15 al Domingo 18 Noviembre 2012 Sala
de teatro 1 Entrada General Bs.80,00 - Jueves popular estudiantes y 3era edad
Bs.70,00