lunes, 6 de marzo de 2023

MILAGRO SALA

En el mes de la mujer, inicié mis escritos de manera temprana, a finales de febrero lo dediqué a una triunfadora en el ámbito del deporte. Hoy brindo estas líneas a una luchadora social que ha sufrido discriminación en la condición racial, de género, por su labor social, entre otras. Ha sido invisibilizada y desacreditada por la mediática. Sin embargo existen evidencias en documentales, entrevistas, a través personas, que han trabajado a su lado, han dado testimoniales de su gran capacidad de líder, con resultados tangibles en el trabajo colectivo, comunitario.  

Milagro Sala, activista y luchadora social, dirigente de la Organización Tupac Amaru, fiel defensora de los derechos de los pobladores originarios. Fue detenida en el año 2016, cuando presuntamente la dirigente social organizó una manifestación contra entonces senador Gerardo Morales (gobernador de Jujuy), en la que le arrojaron huevos. El socio de Macri (según declaran sus opositores), Gerardo Morales, acusa a Sala de realizar una manifestación en su contra.

Milagro Sala política y luchadora social e indígena argentina. Desde 2015 es diputada al Parlasur por el partido Frente para la Victoria. De acuerdo con Amnistía Internacional, la OEA y la ONU, entre otras organizaciones es una presa política. Nació en San Salvador de Jujuy, en 1954.

Han pasado 7 años del suceso, sin ninguna respuesta clara sobre el acontecimiento. A juicio de activistas y defensores de los derechos humanos en Argentina, la detención de Sala es sinónimo de criminalización a la protesta y de corte político. Como símbolo de la organización popular, Milagro Sala vive hoy como presa política en Argentina. La líder indígena denunció en varias oportunidades la censura de su lucha por parte de los medios de comunicación en Argentina. «Hay muchos compañeros que están sufriendo discriminación y hay medios que están tapando esto. Han barrido con todo», expresó en una ocasión. Asimismo, Macri dejó toda responsabilidad y decisión del caso al órgano de justicia de Jujuy y a su gobernador, Gerardo Morales; el mismo que ordenó a inicios de año la detención arbitraria de la líder de la Organización Tupac Amaru.

El 23 de noviembre de 2017 la Corte Interamericana de Derechos Humanos requirió al Estado Argentino que sustituyera la prisión preventiva de Sala por «la medida alternativa de arresto domiciliario que se llevó a cabo en su residencia o lugar donde habitualmente vive menos restrictiva de sus derechos, que el arresto domiciliario».​

Cabello rapado para humillar su condición

Meses más tarde la Comisión Interamericana de Derechos Humanos concluyó que la señora Milagro Sala se encuentra en una situación de gravedad y urgencia, toda vez que sus derechos a la vida e integridad personal enfrentan un riesgo de daño irreparable. Tomó en cuenta que existen una serie de particularidades que rodean la privación de la libertad de la señora Milagro Sala e identificó múltiples factores de riesgo que incluyen presuntos hostigamientos, una amenaza de muerte y agresiones en su contra. Asimismo, la Comisión verificó la continuidad de la privación de la libertad de la señora Sala, a pesar del pronunciamiento del Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre Detención Arbitraria, opinión publicada en octubre de 2016, calificó tal detención como arbitraria y violatoria de los estándares del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, llamando a su liberación inmediata. Sin embargo la mediática cada día oculta  y minimiza, la situación de este atropello.

Milagro Sala, mujer con una extraordinaria capacidad en enfrentar y solucionar problemas sociales de envergadura, lo demostró junto con la organización que lidera, no sólo construyó casas (más de 10.000), sino que también administraba centros de salud, escuelas y llegó a tener fábricas para proveerse de materiales de construcción y cooperativas textiles, entre otras cosas. “La idea no era construir sólo viviendas, sino barrios, centros urbanos en los que se pudiese acceder a diferentes servicios”. Su rápido crecimiento con esta estructura a partir de 2003 la llevó a convertirse en el tercer empleador de la provincia de Jujuy, detrás del estado provincial y un ingenio azucarero. No está claro cuántos miembros llegó a tener esta organización, pero la cifra es alta: ellos mismos dicen que llegaron a tener 5,000 cooperativistas, pero Lorena Moscovich habla de 70,000 afiliados en uno de sus estudios (en la región de Jujuy viven 700,000 personas). Las múltiples funciones que cumplía la Tupac Amaru le permitía tener ingresos de diferentes programas sociales, que luego redistribuía entre las distintas actividades que realizaban. Y con este crecimiento, llegaron las controversias.
Viviendas dignas

Se perfila un caso donde se manifiesta la discriminación racial, de clase y de género contra Milagro Sala. Además del trasfondo político en contra de los activistas sociales. La líder de la organización Tupac Amarú, en una de sus declaraciones a la prensa aseguró que no se robó nada, pero que se le acusa por ser kirchnerista y contraria a las políticas neo liberales de Mauricio Macri.
Milagro Sala, quien cumple prisión domiciliaria en Jujuy, fue internada 22JUN22 en terapia intermedia en la clínica Los Lapachos, en San Salvador,  por una Trombosis Venosa Profunda, confirmaron allegados a la dirigente social. La constante presión de los diferentes acontecimientos que le rodean, puede producir reacción deteriorando su estado de salud.

29JUN22 el presidente argentino Alberto Fernández la visitó y dio algunas declaraciones por los medio, solicitando "A la Corte Suprema, que tiene tanta urgencia para tratar los temas que atañen a sus intereses, como el Consejo de la Magistratura o los jueces de la Cámara Federal, les pido que impriman urgencia al tratamiento de la sentencia que les llegó por vía de queja y que descansa en algún lugar de la Corte, y que, por favor, resuelva", requirió Fernández. (Tomada la declaración:Télam Digital) .

16ENE23 - El defensor Luis Paz ha 7 años de prisión que cumple Milagro Sala, solicitó indulto. Se sabe que su detención fue abusiva, arbitraria, ilegal así lo manifestó en una entrevista, el abogado Paz, continuó diciendo “ El indulto creemos es posible. Una herramienta donde trabajamos muchos abogadas y abogados. Tenemos suficientes elementos jurídicos para defender esta posición”. así lo señaló.

Luego el 23ENE23, Sergio Chorolque Sala, hijo de la líder de la organización Tupac Amaru, falleció en Jujuy por causas desconocidas. Luego de la autopsia arrojó que por situación cardíaca. Los más allegados a la lideresa expresan la tristeza profunda que refleja Milagro Sala, después de este terrible suceso.

Hoy por hoy continúan sus seguidores, amigos, familias en la lucha por su libertad.

Gerardo Morales gobernador de Jujuy y Presidente de UCR Nacional, se encuentra sumando apoyo para su pre-candidatura presidencial, que será presentada el próximo 15 de marzo del presente año.

miércoles, 1 de marzo de 2023

CUENTO CHINO

“Los Sabios De La Túnica Color Ciruela”, cuento chino escrito Fun-Chang que a través de su narrativa descubrimos las verdades universales y eternas. A continuación este hermoso relato:

En aquellos tiempos vivía en China un grupo de monjes conocidos con el nombre de Sabios de la Túnica color Ciruela exigía una gran disciplina. Para los aspirantes el camino era difícil y duro, los días ingratos y las noches largas.

El monasterio de los Sabios de la Túnica color Ciruela estaba en las montañas, al noroeste de Lo-Yang, la capital de entonces muchos siglos antes de nuestra Era.

Los sabios que eran treinta y tres, el mismo número de las energías de la Tierra, caminaban recorriendo a China desde un solsticio de invierno  hasta el siguiente. Dondequiera que se detuviesen al azar de su camino se les acogía con respeto y alegría; la llegada de un sabio representaba buena suerte en el pueblo. Todos los habitantes interrumpían sus actividades para reunirse a su alrededor en el pozo central.

Uno de esos sabios recorría hacia años el país. Un día se detuvo en el pueblo de Ling Ding. Después de algunas preguntas relativas al emperador, al tifón que había asolado las cosas, al hambre del Sur, alguien la preguntó <<¿Qué significa este pueblo? ¿Por qué estamos aquí y no en otro sitio? >>

El sabio paseó la mirada lentamente sobre los reunidos y dijo: “Aunque no lo sepa, cada individuo se encuentra limitado de una forma u otra.”

Sorprendida, la gente intercambiaba miradas entre sí. Incluso se oyeron algunos murmullos. Finalmente, un hombre se adelantó hacia el sabio y afirmó: <<Yo no me considero limitado. Tengo todo lo que quiero>>

Entonces el sabio sonrió. <<La limitación se encuentra a veces incluso en el hecho de no sentirse limitado>>.

Entre la gente del pueblo había un joven que se llamaba Chao Mu. Tenía veintidós años y nunca había abandonado el lugar de su nacimiento. Desde la más tierna infancia ayudaba a su padre a cultivar arroz. Le habían prometido a los seis años y, para crear una familia, igual como su padre y su abuelo antes que él, había roturado un campo, piedra tras piedra, lo había regado y sembrado. También había construido una casa durante los días de lluvia en que no podía salir a trabajar. La fecha de su boda se acercaba.

Ver al sabio despertaba en él nostalgia y le invadía una sensación de profunda soledad. Hacía un tiempo que numerosas preguntas se planteaban en su ánimo, pero las guardaba para sí: «¿No existe más que esta vida?... Esta vida que dedico a plantar y cosechar, y luego volver a casa a dormir hasta la mañana siguiente y volver a empezar...»

Por fin encontraba a uno de esos seres que son capaces de aliviar el sufrimiento, de ayudar a un hombre a superar sus problemas. Por fin encontraba a un ser que podría responder a sus preguntas. Como el sabio ya se disponía a partir, no se contuvo y le preguntó:
-¿Puedo acompañarte? Quisiera que me enseñases la vida.
A su alrededor, los campesinos callaron, y cada uno de ellos se preguntaba: «¿Qué ocurrirá con su prometida, con su campo, con su casa? Ha trabajado tanto y tan duramente con sus propias manos...»
El sabio, que adivinaba sin dificultad todos esos pensamientos, le preguntó:     

-¿Estás seguro de ti mismo?
-Sí -respondió el joven.
-Entonces, vamos.
Con estas palabras, los dos se pusieron en camino. Chao Mu sólo se volvió una vez para decir:

-La casa y el campo pertenecen ahora a la que fue mi prometida.
El sabio y el joven caminaron durante un buen rato en silencio. Al pasar bajo un membrillo, el sabio tomó un fruto, encendió fuego para cocerlo y se lo tendió a su compañero. -No me gustan los membrillos -declaró Chao Mu.
-Limitación -replicó el sabio. Re-emprendieron la marcha y Chao Mu
vio un ciruelo en un prado.
-¡Oh, qué hermosas frutas! ¡Me encantan las ciruelas! -exclamó con alegría.
El sabio dijo otra vez: -Limitación.
Y sin añadir nada más, prosiguió tranquilamente su camino. Unas horas más tarde llegaron a la orilla de un río al que daban sombra unos árboles de troncos sinuosos. El agua se deslizaba apaciblemente y unos cisnes nadaban siguiendo la corriente.
-¡Oh, qué belleza!, ¿verdad? -exclamó Chao Mu.

Una vez más, el sabio respondió:
-Limitación.
Cruzaron el río y entonces vieron, de repente, en la ribera, el cuerpo de un hombre al que habían apaleado y desvalijado.
-¡Es horrible! -murmuró el joven.
Y una vez más el sabio replicó tranquilamente:
-Limitación.
Mientras caminaba, Chao Mu iba pensando. Cualesquiera que fuesen sus palabras, el sabio respondía invariablemente:
«Limitación». ¿Qué tenía que decir para conseguir otra respuesta?
En ese momento pasaban ante una granja. Los niños estaban jugando en el patio. Sentados en un banco, el padre y la madre les miraban. El joven se detuvo y contempló la escena con placer, percibiendo la sensación de alegre libertad que esa familia exhalaba, despertándola en él.
En ese mismo momento, el sabio exclamó:
-¡Eso es armonía!
Chao Mu se volvió hacia él. Estaba muy sorprendido.
-Si yo no he dicho nada...
-Es verdad, pero en este momento vives la armonía -dijo el sabio.
El camino les llevó a continuación junto a un río. Había una roca en medio de la corriente y el agua se estrellaba contra ella con furia, y saltaba por el aire, pasando a la vez alrededor y por encima del obstáculo.
-Mira esa roca -le dijo el sabio a Chao Mu-. Es una imagen de la armonía. El agua intenta empujar a la piedra con violencia, la golpea con dureza y quiere apartarla. La piedra no contraataca, deja que el agua pase, por encima, por los lados, pero no se mueve. ¡Eso es armonía!
Chao Mu observó durante un buen rato la roca, con expresión abstraída...
Cuando ya caía la noche, el sabio eligió un lugar propicio para detenerse, recogió un poco de leña y el fuego brotó enseguida. El discípulo, que miraba lo que hacía, no comprendió cómo... El camino había sido largo y, poco después, Chao Mu, tendido en el suelo, volvía a ver los años en que había labrado su campo y construido su casa. En ese momento su único bien lo componían las ropas que llevaba y el cielo que tenía sobre la cabeza. Pero sonreía: había encontrado a un maestro, un hombre que le mostraba lo que nunca había. visto y que le enseñaba a considerar la vida de otra manera...

El frío de la mañana le despertó sobresaltado. El fuego se había apagado. Y... ¿dónde estaba el sabio? Ahí estaba su manto. Del río llegaba el ruido de unos chapuzones. Chao Mu metió la mano en el agua e inmediatamente su brazo empezó a entumecerse.
-¡Brrr, está demasiado fría! Esperaré a que salga el sol -exclamó.
-¡Limitación! -le gritó el sabio y, sin saber cómo, el discípulo se sintió
lanzado al agua. Salió de ella helado, con la ropa chorreando. El sabio seguía nadando.
¿Quién me ha empujado?
-Tus limitaciones te han empujado.
Una vez reanimado el fuego, el joven, temblando de frío, pudo poner su ropa a secar, mientras el sabio le explicaba:
-No hay calor ni frío. Cuando dices «está caliente», te limitas; cuando dices «está frío», también te limitas.
-Pero en tal caso ya no se puede hablar, ya no se puede decir que hace calor o que hace frío -se quejó Chao Mu.
-Oh, si no tienes nada más que decir, más vale que te calles -replicó el sabio.
Chao Mu comprendió entonces que le quedaba mucho que aprender.
Echaron otra vez a andar, caminaron y caminaron, y llegaron a otro pueblo. El sabio se sentó en el brocal del pozo según su costumbre.
Chao Mu escuchaba atentamente sus palabras. Las personas eran otras, las situaciones distintas, pero las palabras seguían siendo las mismas, y el joven se acostumbró a encontrárselas de pueblo en pueblo.
A veces, alguno se levantaba y solicitaba seguir al sabio, apartándose de lo conocido para ir hacia la novedad. Éste recibía una enseñanza del maestro. Algunos le abandonaban enseguida, para ir solos más lejos o para volver a sus pueblos. Pasó el verano y llegó el otoño. Cuatro discípulos acompañaban
entonces al sabio. Chao Mu empezaba a percibir mejor la vida en los elementos, en los animales y en todo lo que existía a su alrededor. Un día, dirigiéndose al sabio, le dijo:
-Quisiera saber de dónde vengo, conocer la energía que me anima.
¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde voy? Y eso ¿vale la pena?
El sabio le sonrió con mucha dulzura.
-Todas las preguntas de tu corazón encuentran su respuesta.
Ten paciencia.
A lo largo de los meses que siguieron, yendo de pueblo en pueblo, deteniéndose a orillas de los ríos o sentado bajo un árbol, Chao Mu aprendió mucho: acerca de su disciplina, de sus limitaciones, de su equilibrio o su desequilibrio. Se conocía mejor. Sin embargo, tenía la sensación de no estar aún más que al principio del camino. Cuando llegó el equinoccio de otoño, los discípulos se agruparon alrededor de su maestro para celebrar ese especial momento del año. Hicieron juntos un fuego y el sabio, añadiendo leña, pronunció las siguientes palabras:
-Que el calor de este fuego se manifieste a través de nosotros a todos los que encontremos en nuestro camino. Que su luz se perciba a través de las tinieblas más espesas.
Al día siguiente el sabio se dirigió a un pueblo grande y se sentó en una piedra, al lado del pozo. Un hombre se acercó para pedirle consejo. -Oh, maestro, mi familia siempre está enferma y mi ganado no medra. Cada mañana despierto pensando en los problemas que el nuevo día me traerá.
Después de mirarle con atención, el sabio dijo:
-Para empezar, vas a quitarte este manto negro que llevas. Ahora, vamos a ver lo que ocurre en tu casa. La casa que vieron estaba pintada de rojo y amarillo, y decorada con motivos negros.
Vuelve a pintar tu casa de blanco, con un poco de azul aquí y allá -le ordenó el sabio al campesino. Luego prosiguió su visita, pidiéndole a la mujer del campesino que cambiase también el color de su ropa, observando a los niños e indicando qué colores utilizar en cada dependencia de la casa. Para acabar, aún le dijo al hombre: -Y ahora, empieza a vivir.
-Cuando estuvieron a cierta distancia de la casa, Chao Mu no pudo
evitar el expresar su sorpresa:
-¿Por qué cambiar tantas cosas en la vida de este hombre? ¿Por qué no les has hablado más bien de la felicidad ni le has dedicado palabras sabias? ¿Por qué no le has enseñado a ver la belleza como a nosotros nos enseñaste?
-Porque ése no era el origen de sus dificultades ni del desequilibrio de su familia. El mundo terrestre está compuesto por cosas positivas y negativas, por ácido y álcali. Cada color, cada prenda de vestir, es positivo o negativo -explicó el sabio-. Por ejemplo, el rojo, el amarillo el naranja y el negro son colores negativos; el índigo, el azul, el violeta y el blanco son colores, positivos. El verde es neutro. La seda y la lana son positivas, el algodón es negativo. Los gatos son negativos, los perros positivos. El alimento es ácido o alcalino. Ocurre lo mismo con la música y con todas las cosas de este mundo. Es así como, buscando el equilibrio en su entorno, este hombre mejorará su vida.
El otoño avanzaba, el tiempo cambiaba y Chao Mu tenía tiempo libre para meditar en las palabras de su maestro. Le sorprendía la importancia de la acidez o de la energía negativa en la vida humana.

El frío aumentaba de día en día y empezó a nevar. El grupito se dirigía hacia las montañas. El sabio había enseñado a sus discípulos cómo conservar el calor con la fuerza del pensamiento, sin necesidad de muchas prendas de vestir.
Cada noche, reunidos alrededor del fuego, se aprovisionaban de calor para toda la noche. Esa noche, en lugar de dormir como sus compañeros, Chao Mu observaba los ojos de un conejo en la nieve y los de un corzo que10 miraba el fuego, mientras revisaba mentalmente todo el saber que había recibido. Admiraba la blancura de la nieve. Ya no le sorprendía que siempre le hubiese gustado tanto... lo blanco es positivo y esa blancura le prestaba energía. El frío es positivo, el calor negativo... el sol es positivo, la luna negativa...
Vio entonces que el sabio se levantaba, cargaba su hatillo a la espalda y se marchaba. Chao Mu le imitó y el maestro se llevó un dedo a los labios para recomendarle silencio. Los dos se alejaron. La nevada caía copiosa, borrando las huellas de sus pasos detrás de ellos.
Por la mañana llegaron a un valle, en cuyo fondo se alojaba un gran monasterio. Se veía llegar de todas partes Sabios del Manto color Ciruela, cada uno de ellos acompañado por un solo discípulo.
Cuando se encontraron al pie de las murallas, el sabio se volvió a Chao Mu y le dijo:
-¿Ves esta silla de bambú? Es la tuya. No te levantes bajo ningún pretexto hasta que venga a buscarte.
Y el sabio desapareció en el monasterio con los otros monjes. Era el día del solsticio de invierno.

Chao Mu observó a los treinta y dos discípulos que estaban sentados en círculo con él, cada uno en una silla de bambú. Algunos parecían más experimentados que otros, como si hubiesen pasado por momentos duros. Esa noche, una gran el monasterio y los discípulos oyeron cantar a los sabios celebrando el solsticio de invierno, el nacimiento del sol. Chao Mu esperaba que su maestro fuese a buscarle por la mañana. Pero no pasó nada. Esperó todo el día, y luego llegó la noche y hubo gran agitación entre los discípulos.
Chao Mu sintió hambre y recordó que llevaba una galleta de arroz en el bolsillo. Comió un bocado y chupó un poco de nieve para aplacar la sed. De repente, un discípulo se levantó y se dirigió hacia los matorrales en busca de algo que comer. Misteriosamente, su silla desapareció; cuando regresó, ya no había lugar para él. Miró por todas partes, desesperado, y acabó comprendiendo que tenía que marcharse. Pasaron los días, se convirtieron en semanas. Poco a poco, las sillas iban desapareciendo: o bien un discípulo se desvanecía y caía al suelo, o se levantaba.
En primavera no quedaban más que diez que hubiesen soportado el invierno y que ahora vivían las lluvias primaverales y la nueva floración. Aprendían a atrapar al vuelo una hoja llevada por el viento y a masticarla lentamente, o a comer lo que crecía próximo, una raíz o una hierba. La disciplina no sólo les había curtido sino que había agudizado sus percepciones. Llegó el verano y, con él, el calor sofocante. Ya no quedaban más que cuatro. En otoño, quedaban
dos.
Los músculos de Chao Mu se mantenían sólidos y su espalda derecha. Podía relajarse y llenar cada parte de sí mismo de conciencia y calor. Le bastaba pensar en bayas o raíces... y se materializaban sobre sus rodillas; le bastaba pensar en agua... y su cuenco estaba lleno. Llegó un día en que se quedó solo. Era la vigilia del solsticio de invierno. Ése fue el día en que regresó el sabio. Ven conmigo -le dijo a Chao Mu. Cuando el joven se levantó vio a un nuevo discípulo a quien el sabio hacía sentar en la silla de bambú. Le hubiese gustado hablar con él, advertirle de lo que le esperaba. Pero sabía que no tenía que hacerlo.

El sabio le hizo entrar en el monasterio, a él, que era el único que había quedado en todo el año, para celebrar la fiesta del solsticio en compañía de todos los sabios.

Chao Mu preguntó entonces:
-¿Qué pasa aquí? Al parecer sólo un discípulo consigue mantenerse fiel y en su puesto durante todo un año.
-Sí -respondió el sabio-. Cada año se retira uno de los treinta y tres que somos, cuando ha completado su trigésimo tercer periplo. Tras un año en el monasterio, estarás preparado para ser un Sabio del Manto de color Ciruela y reemplazarás a uno de nosotros.
Y así se hizo.
Han pasado los siglos, los sabios han dejado su manto pero la tradición no muere. Manteneos atentos. ¿Tal vez habéis encontrado a uno de esos treinta y tres sabios en vuestras vidas? ¿Quién sabe?
La vida es tan misteriosa...

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