jueves, 6 de junio de 2024

EL VÍNCULO ENTRE NUESTRO ESTÓMAGO Y LAS EMOCIONES


En nuestra vida diaria, cada porción que llevamos a nuestra boca puede ser mucho más que solo nutrición. La comida y las emociones son inseparables, están conectadas, entender esta relación puede ayudarnos a llevar más estabilidad en nuestra alimentación.  

El estómago es a menudo llamado el "segundo cerebro" debido a su capacidad para influir y ser influenciado por nuestro estado emocional. Esto se debe a la presencia del sistema nervioso en el área intestinal, que se comunica estrechamente con nuestro cerebro emocional, el sistema límbico. Cuando sentimos emociones intensas, ya sean positivas o negativas, el sistema digestivo reacciona.

Estos efecto se denotan en la escogencia de alimentos. Por ejemplo cuando estamos alegres, es más factible que busquemos alternativas por comidas saludables, nuestras elecciones alimentarias se dirigen a que sean adecuadas.

Sin embargo, cuando estamos nerviosos, tristes, ansiosos, podemos recurrir a la comida rápida o bocadillos poco saludables como una forma de consuelo temporal.

Así se observa, los sentimientos pueden llevarnos a escoger comidas que reflejan nuestro estado emocional.  Puede afectar no solo el qué comemos, el cómo comemos y muy importante también el cuándo. Se nota en alimentos llenos en grasas, azúcares, entre otras, la cantidad que se consumen, los horarios, factores que se mezclan, causando malestar o resultados en la salud, el peso, el ánimo. Mientras que otro número de personas ocurre lo contrario, pueden perder el apetito durante periodos de estrés o depresión.

Las comidas nutritivas y balanceadas pueden tener un impacto positivo en nuestro estado emocional general. Comenzar el día con un desayuno nutritivo puede establecer un tono positivo y ayudar a manejar mejor el estrés a lo largo del día. Incluir una variedad de nutrientes en cada comida contribuye a mantener los niveles de energía, fomenta un estado emocional más estable.

El consumo frecuente de alimentos procesados y ricos en azúcares puede tener un impacto negativo a largo plazo en nuestras emociones. Pueden provocar cambios de humor repentinos y contribuir a sentimientos de irritabilidad o depresión. El consumo regular de comidas rápidas puede llevar a sentimientos de culpabilidad, afectando negativamente nuestra autoestima y bienestar emocional.

Tomando en cuenta esta realidad. Las situaciones emocionales fuertes, que en los ciclos de vida ocurren de manera continua, visto como un proceso de cómo las emociones pueden afectar, lo saludable o no de la alimentación. En oportunidades puede llevarnos a situaciones críticas, llegando afectar las relaciones, el aspecto físico, entre otros aspectos. Es recomendable consultar a especialistas como un nutricionista, como orientador de hábitos alimenticios, un psicólogo puede ayudarte a entender y mejorar tu relación con la comida, explorando las raíces emocionales, aprender, reconocer y manejar lo que dispara emocionalmente, que lleva a hábitos alimenticios poco saludables.

En todo caso existen alternativas que ayudan a superar una mala alimentación como identificar, aprender a escucharnos y cómo muchas veces asociamos el darnos un regalo con la comida para compensar las dificultades del vivir. Reemplazar el comer emocional con actividades más saludables como el ejercicio, la meditación o aficiones, pasatiempos creativos son de mucha ayuda.

Una opción importante, aprender a identificar y modificar creencias erróneas sobre la comida, el peso y la imagen corporal.

Escuchar las señales del cuerpo reconociendo el signo de hambre y saciedad para evitar comer en exceso.

Fomentar una apreciación por los sabores, texturas y aromas de los alimentos, lo que puede llevar a una mayor satisfacción con porciones más pequeñas.

Aprender sobre los diferentes nutrientes y cómo afectan tanto al cuerpo como al estado de ánimo. Corregir ideas erróneas sobre ciertos alimentos y dietas para fomentar una relación más saludable con la comida.

Importante a la hora de comer, elige tu espacio, con quien comer, que hablar y disfrutar del alimento, respetando el que elaboró el alimento. Agradece y atesora el momento. Que sea un momento sagrado, donde le rindes tributo a tu cuerpo y aprecias la compañía de los otros.

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