En la vida resulta poco comprensible cuando te dicen que el aprendizaje es individual, inmediatamente viene la pregunta ¿Entonces, cuál es la necesidad de relacionarme con el resto del mundo? ¿De establecer afinidad, conexión con el otro?
Esta gran escuela de enseñanza requiere indudablemente de la relación con el colectivo donde se desenvuelva nuestra vida, llámese familia, colegio, universidad, sitio de trabajo, entre otros. Cada uno de ellos muestra interesantes conductas, conocimientos, recreaciones, creatividad acompañado por emociones que conducen a encontrar intereses, motivaciones, rechazos, sorpresas, curiosidades que invitan a moverse en algún sentido.
Los grandes gurúes de grupos espirituales sugieren a los monjes tener el suficiente aislamiento para encontrar su esencia y de allí generar desde la maestría alcanzada enseñanzas.
El recorrido de este estilo de vida es muy limitada, pues la mayoría de los seres humanos por el sistema de acontecimientos del día a día, no puede permitirse esta incomunicación con el exterior, sin embargo el nutrir la espiritualidad es intrinseca en cada humano independiente si es religioso o no.Podemos negar estas afirmaciones, no obstante los momento de ausencia de lo místico, muestra el ser con apatía, desaliento y vacío profundo, llegando a un punto de no seguir existiendo. Es allí donde muchos comienzan su verdadera búsqueda.
Y es en ese momento la necesidad de entender que el exterior es una de las formas de crecer y fortalecer la espiritualidad, que serán acompañadas por algunas horas meditativas que ayuden ha interiorizar.
Para tener un aprendizaje pleno debemos tener equilibrio entre el tiempo externo y el de interiorización para visualizar de manera correcta la asimilación del avance que nos lleve a la transformación que necesitamos para continuar nuestro camino.
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“Cada paso tiene una lección y si no es aprendida es imposible seguir avanzando”
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