“Persisten en los seres humanos fuerzas
interiores adormecidas,
tapiadas
por la ferocidad o el aguante invisible de la injusticia
o la soledad, o por la alienación del orden
social,
que
el arte y la literatura pueden ayudar a despertar y revelar.
Esta
sigue pareciendo una misión no excluyente ni única,
pero
necesaria, de todo arte y toda literatura de nuestro tiempo.”
Esta
es una de las expresiones de Gustavo
Pereira en un escrito realizado en la revista “A plena Voz” el cual tituló
¿Misión del arte y la literatura?
El
poeta siempre ha sostenido su inquietud sobre la actuación que puede la poesía,
la literatura desempeñar en este mundo tan dado a las mutabilidades. Invita en
sus textos reflexivos a comprender que el ser humano se encuentra fragmentando producto
de la injusticia, los imperios, los poderes políticos, la tecnocracia (que nos aclara “no es ciencia”),
que de manera cruzada atenta contra el desgaste y la desaparición del prójimo,
reafirma que el verso, la prosa, la música donde surge la ternura, la angustia,
el asombro y todos esos sentimientos que
existen tan vivos que permitan que los humanos
despierten llegando a una conciencia sensible, la emoción de estar vivo,
redescubrirse sobreponerse al horror y la muerte, destruyendo cadenas liberándose
de sus propias cadenas y de otras
impuestas.
Los
seres invisibles, texto de mucho sentimiento, cronología histórica para decir
como el mejor, así lo define el propio Pereira: “Escribo estas líneas menos
como incierto oficiante de la poesía que como angustiado ser humano cuya
sensibilidad nació y creció bajo un orden social acicateado por injusticias
seculares, y que aprendió a ver en su país, más allá del paisaje luminoso y de
las gentes concretas y visibles, a ciertos seres invisibles que también lo
poblaban. Tan invisibles y tan numerosos y tan laboriosos y tan persistentes
como las gotas de la lluvia, y a quienes debo -o tal vez deba decir debemos- el
papel donde escribo, el lecho donde duermo, el zapato que calzo, el plato donde
como, el techo que me alberga y hasta el espíritu que me alienta.” Gustavo
Pereira
Aquí texto
completo “Los seres invisibles” https://www.aporrea.org/actualidad/a9514.html
Aquellos que nos encontramos entre las líneas de
alguna forma, sabemos cuánto despierta el alma estas herramientas, que tanto
defiende nuestro amado poeta Pereira. Nos hallamos, mejor dicho nos
reencontramos para transfórmanos en multiplicadores del despertar, somos poetas
dormidos y que nos despierta aquellos que son capaces de dejar líneas o
palabras llenas de angustia, asombro, ternura sin temor, pero que dejan huella profundamente
en la historia… Nunca mueren.
Gustavo
Pereira nació en Punta de Piedra, Isla de Margarita, Venezuela,
en 1940. Actualmente vive al Oriente del país. Poeta y crítico literario, se
Doctoró en Estudios Literarios en la Universidad de París. Fue fundador del
Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales y del Centro de Investigaciones
Socio-Humanísticas de la Universidad de Oriente. Asume el compromiso social y
político. Su poesía es de gran importancia para comprender el nuevo quehacer
poético venezolano; de lenguaje directo, imaginativo y acusador. Es uno de los
poetas venezolanos más importantes de su generación y de la historia literaria
venezolana, latinoamericana. Formó parte del grupo Símbolo (1958). Fue
director y fundador de la Revista Trópico Uno de Puerto La Cruz. Ha publicado
más de treinta títulos, entre ellos: Preparativos del viaje (1964); En plena
estación (1966); Hasta reventar (1966); El interior de las sombras (1968); Los
cuatro horizontes del cielo (1970); Poesía de qué (1971); Libro de los Somaris
(1974); Segundo libro de los somaris (1979); Vivir contra morir (1988); El peor
de los oficios (1990); La fiesta sigue (1992); Escrito Salvaje (1993);
Antología poética (1994); Historias del Paraíso (1999); Dama de niebla (1999);
Oficio de partir (1999) y Costado indio (2001).. Ha recibido algunos
reconocimientos, entre ellos, el Premio Fundarte de Poesía (1993), el Premio de
la XII Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1997) y el Premio Nacional de
Literatura (2001).